Una película del 2013 de Paolo Sorrentino es esencialmente un bello cuestionamiento a la decadencia del mundo intelectual y las convenciones sociales. En un escenario como Roma se dan cita en verano nobles decadentes de las elites para matar el tiempo con un despliegue irracional inconsistente. En nuestra narración, de esta obra maestra, el centro es Jep Gambardella (Toni Servillo) un escritor que escribió un solo libro y practica el periodismo. Permanece en el despliegue histriónico con mirada expectante y actitud interrogativa. Su único interés es volver a encontrar una musa perdida.
Paolo Sorrentino consigue filmar lo que podríamos clasificar como su obra maestra, la actuación de Toni servillo es monumental. Es inevitable, al ver esta película, recordar La dolce Vita de Fellini (1960). Hay un mismo escenario Roma como un despliegue de personajes alucinantes que parecieran vivir solo para el performance. Ambas cuentan con un personaje central que van dándole sentido a la trama y ambos buscan poder rescatar un lugar como escritores. Jep Gambardella podría perfectamente ser un Marcello Mastroianni envejecido y trasladado a otra época. Comparten ese énfasis por las fuerzas turbulentas que atrapan, la licencia, el sexo y la descalificación de las costumbres religiosas enmascaradas. A quien le gusto la Dolce Vita se sentirá fascinado con la película de Sorrentino.
Como afirma Eloy Tizón, “Jep Gambardella es la personificación de la Europa desgastada, ojerosa, de chaqueta cruzada elegantísima y hortera a la vez, que, pese a todo renuncia a las cenizas de la pasión, al guiñol social y al descontrol de la juerga. Beber, hablar, aturdirse, derrochar energía dando tumbos incesantes toda la noche para apurar los escombros del cielo, a la espera de un milagro. Y el milagro se produce: se cruza con Fanny Ardant, ve desaparecer una jirafa entre las ruinas romanas, descubre el mar en el techo de su dormitorio”. El personaje de Gambardella es fascinante porque es una perfecta mezcla del hombre mundano que puede gozar de los placeres banales pero que no se queda allí, mantiene una distancia sin caer en la vulgaridad de querer dar lecciones. Es un personaje honesto consigo mismo y con su época.
Una película cargada de simbolismos y belleza.