jueves, 26 de noviembre de 2020

La vida ante si



Una conmovedora película que encierra muchos valores. Volver a ver actuando a Sofía Loren después de diez años fuera de pantalla es todo un remolino de emociones. Continúa siendo esa mujer que encantó con su sensualidad y dominio de las artes escénicas a las audiencias en la Época de Oro de Hollywood; una de las actrices mas importantes de su época ahora dirigida por su propio hijo Eduardo Ponti. La película es producto del guión de Ponti y Ugo Chiti basado en la novela “La vita davanti a sé” de Romain Gary. Es la segunda película que se realiza basada en este libro, la primera fue en el año 77 por el director Moshé Mizrahi.

Madame Rosa es una sobreviviente judía que vivió los horrores del campo de concentración de Auschwitz durante los años del nazismo. Esta desgarradora experiencia la persiguió hasta su muerte y marcó su vida para siempre. Cuando perdía contacto con la realidad se sentía nuevamente perseguida por los nazis por lo que tenía un refugio en el sótano de su casa donde corría a refugiarse y a rezar en hebreo. Habiendo sido prostituta se dedicó a cuidar a los hijos de sus compañeras que preferían tener a sus hijos con Rosa que en albergues donde los maltrataban.

La película gira alrededor de la relación filial que Rosa establece con Momo, un niño huérfano de Senegal, musulmán, también marcado por la tragedia. Momo, un niño rebelde, se dedicaba a robar y luego a vender drogas, pero el cuidado y el amor de Rosa lo van transformando hasta que su principal preocupación es cuidar de esta anciana mujer que comienza a enfermar hasta que finalmente muere. Momo es interpretado por Ibrahima Gueye en una excelente actuación que debe ser considerada por la academia. También es digno de destacar la actuación de Abril Zamora como Lola, una joven transexual amiga y protegida de Rosa. Es así como la película muestra una bella relación entre una exprostituta judía, una transexual y un niño negro musulmán. Todas personas pertenecientes a grupos segregados y personas maltratadas con historias tristes.

Es rodada en Bari, Italia. Una película reciente que con toda seguridad será considerada en los próximos premios de la Academia. Además de estas joyas en actuación, paisajes y valores humanos del tema no se puede dejar de mencionar la bella canción de Laura Pausini “Yo sí”. La hermosa versión italiana que aparece en la cinta ya ha sido sometida a consideración para los Premios de la Academia.

El libro también corrió su aventura. Fue publicado bajo el seudónimo de Emile Ajar como su autor.  En seguida se convirtió en un autentico bestseller en toda Francia. Se construyó toda una historia alrededor de este personaje ficticio. Un supuesto joven médico nacido en Argelia que se había escapado a Brasil huyendo de problemas con la justicia francesa. Pronto se supo que el verdadero autor era Romain Gary, un escritor reconocido. Nacido en el seno de una familia judía del Imperio Ruso, en el territorio que hoy pertenece a Lituania, Roman Kacew, tal es su verdadero nombre, fue criado solo por su madre. Madre e hijo vivieron primero en Varsovia y luego en Niza.  Allí fue piloto de la Resistencia Francesa, recibió una medalla de héroe de guerra de manos del mismísimo Charles de Gaulle y se convirtió primero en diplomático y después en escritor. Gana con este libro el premio literario Goncourt el mas importante de Francia. El premio otorgado genera una polémica fuerte porque entre las normas estaba establecido que un mismo autor no podía ser premiado dos veces y ya lo había ganado bajo el seudónimo de Romain Gary, con su libro “Las raíces del cielo”.

Una película conmovedora disponible en Netflix.

 

jueves, 19 de noviembre de 2020

Claroscuro



La película (2016) de la directora turca Yesim Ustaouglu relata el conflicto matrimonial de dos mujeres de muy diferentes procedencias sociales y niveles culturales. Chenaz (Funda Eryigit) es una psiquiatra exitosa que se encuentra en una relación con una pareja muy insatisfactoria. Por otro lado Elmas (Ecem Uzun) es una joven que se siente abandonada por su familia y ha sido forzada a contraer un matrimonio concertado que la mantiene subyugada a normas sociales y religiosas. En Turquía, en la actualidad las mujeres que viven en lugares urbanos poseen una libertad que no han alcanzado las mujeres de ambientes rurales. Mientras unas van a estudiar, rara vez usan velos y mantienen una vida independiente que pueden regir según sus propias convicciones; las mujeres menos favorecidas por su condición social suelen ser subyugadas por las familias y normas religiosas musulmanas muy estrictas. Es esta una película que divulga y denuncia esta realidad injusta y desigual. La película se proyectó en la Competition International del 32º festival de Varsovia. Está ambientada en la costa mediterránea de Turquía pudiéndose apreciar la belleza del paisaje y arquitectura.

Dos historias paralelas que se entrelazan la una con la otra en el conflicto que representa un proceso de separación, las dos luchan por escapar de relaciones asfixiantes haciendo prevalecer sus deseos por encima de las demandas sociales y deseos de hombres opresores y machistas. Se conocen en el Hospital donde Chenaz trabaja como psiquiatra y Elmas es una paciente hospitalizada por una crisis nerviosa después de haber vivido un episodio traumatizante. En una escena maravillosa del proceso terapéutico podemos apreciar como Elmas puede enfrentar sus miedos poniendo en perspectiva los problemas y pudiéndoles hablar desde un ambiente protegido. Elmas lucha por imaginar una conversación con su madre en una interpretación magistral. Se puede apreciar cómo se van transformando sus facciones, sus expresiones revelan esa luz de la liberación que comienza a conocer. La toma de la escena es sorprendente y logra conmover al espectador. Uzun ameritaba un premio por esta actuación.

Los escenarios naturales de la costa mediterránea, capturados por el estilo cinematográfico de Michael Hammon con quien la directora ya había trabajado anteriormente, confieren al paisaje un protagonismo en las explosiones emocionales femeninas. Un mar agitado y tormentas acompañan el estado anímico de estas mujeres conflictuadas logrando transmitir el tormento por el que atraviesan. La sexualidad y el deseo femenino en toda su explosión incontrolable son los verdaderos protagonistas de unas historias muy bien narradas con un ritmo y densidad adecuada. Elmas para quien el sexo es una dolorosa experiencia solo soportada para la procreación y Chenaz que si se siente en el derecho de disfrutar de su sexualidad con una pareja que mantiene el control y su propia satisfacción sin voltear a contemplar a su mujer. El derecho que toda mujer debe conquistar, su lugar de satisfacción sin necesidad de andar disculpándose o pidiendo autorización.

Disponible en Netflix.

 

jueves, 12 de noviembre de 2020

Historia de amor y oscuridad



La Opera Prima de Natalie Portman basada en el libro autobiográfico de Amos Oz. Es la historia de la infancia de este destacado escritor israelí en una época muy difícil de su vida como fue el proceso social y político que se vivió durante la fundación del Estado de Israel. La película se enfoca principalmente en la relación de Amos con su madre y en la influencia decisiva que esta sufrida mujer dejó en su vena literaria y en su bondad humana. Comprensión más que odio y fanatismo nos trasmite Amos en sus análisis sobre la tragedia entre Israel y Palestina. La madre de Amos sufría de un trastorno psíquico importante (en la película no queda bien delineado) que la martiriza de una forma cruel hasta que decide  acabar con su vida cuando Amos tenía 12 años de edad.  Entre el profundo amor por su hijo y la oscuridad de su psique que la devora deja como legado el encanto de la sensibilidad sin desconocer la dimensión trágica de la vida. Así es Amos Oz y así lo transmite en sus escritos por los cuales ha sido reconocido como uno de los escritores israelíes  más destacados del siglo XX.

Es una película sin muchas pretensiones, con la lentitud e iluminación propia de un drama, que logra su cometido al estremecer al espectador con el amor y la profunda tristeza que tan bien sabe interpretar Natalie Portman. En efecto Natalie desempeña el papel principal siendo también directora, guionista y productora, lo cual a todas luces no es nada fácil. Es una explosión de emociones en un despliegue elegante y sobrio que carece de mayores expresiones y desesperos. Un juego de miradas y gestos entre madre e hijo en la que se siente sus íntimas conexiones y reconocimientos. No está cargada ni con consignas ni discursos políticos, solo pretende dar una visión humana de la vida particular de esta familia. Un invalorable testimonio de como un ser humano se quiebra cuando la realidad social impide un minuto de sosiego. Una familia que había escapado de la escalada de horror en Europa para encontrarse atrapados en el conflicto que marcan el fin del mandato británico y la guerra de independencia de Israel.

Amos (Amir Tessler) es un niño solitario y retraído, ensimismado en un mundo de fantasías y en el laberinto enigmático de la madre, quien fue su más importante contacto en la primera infancia (nunca tuvo una buena relación con su padre). Sin embargo mantiene un talante alerta y vigilante con una mirada interrogante y una inquisitiva conciencia. Le era imperativo ir poniendo orden comprensiva entre tanta amenaza acechante. Desde entonces se podría afirmar que su mayor deseo es conseguir la normalidad en el sionismo más que la revancha o la justicia. Buscó promover el acuerdo y la comprensión, lo que implica reconocer que también para el otro (los palestinos) la vía bélica es una tragedia. Por esta posición conciliatoria Amos ha sido catalogado de traidor a su causa, no pocas veces. Su voz que no ha cesado de sonar fue alimentada y promovida por una madre que le contaba cuentos todas las noches antes de dormir y que lo conectaban con el amor por la vida. Cuando ya Amos fue capaz de irse construyendo su propio mundo, de apropiarse de su voz, su madre fue enmudeciendo y alejándose paulatinamente, nada más la ató a la vida.

En sus escritos Amos no ha dejado de señalar los conflictos y las angustias de la sociedad israelí contemporánea y sobre todo el nivel de infelicidad que se alcanza al quedar atrapados en ideologías, fronteras y un pasado histórico cruel. Sociedades que repiten sus rencores en una incansable sed  de venganza y no pueden redimir sus dolores en aras de construir un porvenir sin el pesado lastre de una historia que nunca debió producirse. Su lucha es contra el fundamentalismo en cualquiera de sus manifestaciones incluyendo la judía. No se defiende cuando lo endilgan de traidor, manifestando “A veces un traidor es alguien que está un poco por delante de su época. Alguien que cambia a los ojos de los que nunca cambian” Es un abierto defensor de la solución de los dos Estados.

Amos es una voz disidente, distinta y provocativa que no puede ser acogida por el fanatismo sino expulsada con calificativos denigratorios. Pero es una voz que debería ser oída con atención porque habla y en voz alta. No dice lo que la mayoría quiere oír, es un irreverente con exceso de sensatez “Me indigna la gente capaz de matar por unas piedras. De verdad, no me importaría que se llevaran todos los lugares santos a Escandinavia durante cien años y, después cuando la gente se relaje, que los traigan de vuelta”. La combinación de una madre acogedora y trágica con un padre banal a quien Amos adversó, resultó en un ser combativo que no permitió ser devorado por su historia, sino por el contrario sus dolores y dificultades los invirtió en la creación y la reflexión, lejos de ser complaciente.

No queda sino felicitar a Natalie Portman por este sensible y justo inicio de su carrera como productora. La película, que ha tenido duras críticas, sabe trasmitirnos la ternura y el dolor de estos interesantes personajes inmersos en un conflicto de nuestro tiempo. Además con el gran valor de acercarnos a Amos Oz y su gran lección para todos los pueblos que sufren, es una elección el escoger la vida y sus fuentes creativas o quedar atrapados en el odio, la venganza y el recuerdo constante del dolor. Como bien dice Amos el recordar constantemente un solo aspecto de la historia es la forma más expedita para el olvido.