viernes, 19 de febrero de 2021

Malcolm y Marie



Curiosa película que se rueda en plena pandemia observando medidas de máxima protección. El rodaje dura tan solo dos semanas y a todos los participantes, 12 en total, se les exigió una cuarentena de dos semanas antes de comenzar la filmación. En el ínterin se les hizo pruebas de COVID y se les dotó de equipos especiales de protección. La dirección y guión es de Sam Levinson que dará de qué hablar en las premiaciones de este año 2021. Dos actores en escena Zendaya y Jhon David Washington en una intensa dinámica de interacción. La ambientación, música y vestuario serían los magistrales actores de reparto que acompañan y ayudan a los protagonistas. Es prácticamente un monólogo de a dos que muy bien encajaría en una obra de teatro. Una pareja interactuando en una intensa discusión y una bellísima puesta en escena pueden cautivar al espectador a lo largo de todo el metraje, 106 minutos.

Para destacar el diálogo que se desarrolla entre la pareja todo es reducido a la mínima expresión con un manejo y visión de gran sensibilidad artística. El vestuario se reduce a un hermoso vestido metalizado de fiesta y unos zapatos de tacón con los que vemos a Zelaya preparándole la cena a Washington. Una ropa interior muy simple, unas bragas y una camiseta blanca, un kimono es todo lo que lleva Zelaya para verse espectacular en todo momento. El ambiente de lujo es una casa, la Caterpillar House del arquitecto Jonathan Feldman. Es una vivienda privada construida en una colina al norte de California. Una sola planta con grandes ventanales que le dan expansión hacia el exterior. La dirección artística y fotografía dejan embelesado al espectador desde la primera toma. La música, la decoración, el vestuario son todos los componentes utilizados magistralmente para acompañar al ritmo de discusión de la que trata toda la película.

En esta película asistimos a una discusión de pareja que se desencadena al llegar a casa después de la celebración del estreno de la película de Washington. Hay un reclamo fundamental que los lleva a una interminable pelea que tiene sus altos y bajos marcando un ritmo de explosiones y distenciones. Una pareja que deposita un peso de equilibrio precario en la relación, donde se detestan a ratos, pero teniendo claro que se necesitan y desean. Montan al espectador en una montaña rusa de emociones y pasiones que puede llegar a ser mortal al mismo tiempo que vital. Recuerdan la fascinante película “Quién le teme a Virginia Wolf” con Liz Taylor y Richard Burton. Típicas relaciones de seres que han sufrido y que hace de su unión una condensación del dolor, pasionales al extremo que se tornan peligrosos si no son capaces de contener el río de agresiones intensas que desbordan.

Levinson sabe darle a esta puesta en escena un dinamismo que no decae durante su recorrido. Magistralmente actuada a pesar de lo difícil que puede resultar transmitir la emoción adecuada que se resaltan en la filmación con planos sostenidos. No es difícil sentirse identificado en algunos de sus largos diálogos, reclamos y recuentos en las dificultades de una pareja. Podríamos decir que encontramos lo cotidiano en las dificultades de una pareja y la forma de expresarlo de forma inadecuada por el desborde de pasiones. Sin duda una gran película con un gran valor artístico.

Disponible en Netflix.

 

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