Un actor argentino de gran relevancia
actoral con una trayectoria variada desde la comedia en las que han sido
fenómeno de audiencias como de Carne somos, Los Extermineitors y la familia
Benvenuto. Si bien fue en el género comedia que ha alcanzado notoriedad y fama
ha incursionado también en el drama y en el suspenso por lo que se ha ganado su
fama de ser un actor destacado en cualquier género.
Nació en Buenos Aires, en el seno de
una familia de clase media. Por línea paterna es descendiente de italianos. Su
abuelo emigró de Calabria, Italia, hacia la Argentina. Se crio en la localidad
bonaerense de Beccar (norte del Gran Buenos Aires), tiene un hermano, y su
padre fue empleado bancario y profesor de gimnasia. Se casó con María Inés
Breña, con quien ha tenido dos hijos; Nicolás y Johanna, quienes siguieron los
pasos de su padre y hoy destacan como actores.
Despues de dos años de inactividad en
la industria cinematográfica vuelve con la película Granizo que la encontramos
en Netflix. Interpreta al meteorólogo Miguel Flores uno de los más prestigiosos
pronosticadores del clima de Argentina. Un día cae en desgracias por haber
errado en predecir una granizada que causa desastre. Lo persiguen para cobrarle
los daños causados a las casas y carros. Pierde su trabajo y huye a Córdoba
donde se encuentra su hija.
También formó parte del elenco de la
“Oscarizada” El secreto de sus ojos, dirigida por Juan José Campanella y
protagonizada por Ricardo Darín y Soledad Villamil. El Secreto de sus ojos ganó
el Oscar a mejor película extranjera.
Granizo
Granizo es una película de drama
argentina con tintes irónicos que está perfecta para nuestros días tan cargados
de dramas, ideal para pasar un rato distendido.
Sin embargo, no es solo risas sino también es una aguda crítica a las
redes sociales y lo despiadado que puede ser el medio televisivo.
Dirigida por el cineasta Marcos
Carnevale, con un guion coescrito por Nicolás Giacobone y Fernando Balmayor.
Miguel Flores está por experimentar cambios
dramáticos en su vida por un error, evocando a uno de sus peores temores. Sin
embargo, este incidente le hará volver a entrar en contacto con su hija en su
ciudad natal. Mientras le acompañamos en sus contratiempos y reflexiones, la
cinta aborda además otros temas de la situación cotidiana argentina de la clase
media; intercalado con la locura que ha representado el rating y lo que se
exige a los medios en el minuto a minuto, además de las implicaciones de la
fama y la importancia de las relaciones familiares. Mientras él carga con su pececito
desde Buenos Aires de forma amorosa. Un hombre tierno y divertido que hace
reflexionar como estamos maltratados en un mundo que no perdona sino reclama.
Mi obra maestra
Arturo (Guillermo Francella) es un galerista
de arte encantador, sofisticado y un poco inescrupuloso. Tiene su propia
galería de arte en el centro de Buenos Aires, ciudad que le fascina. Renzo
(Luis Brandoni) es un pintor hosco, un poco salvaje. Ambos extraordinarios
actores. Guillermo Francella es Arturo, dueño de una pequeña galería de arte, y
Luis Brandoni es Renzo, un excéntrico pintor caído en desgracia, incapaz de
vender una obra. A ambos los une una añeja amistad, un vínculo que derivará en
todo tipo de situaciones risueñas.
El mundillo de las exposiciones en
galerías, los museos y las pinturas, parece una locación ideal para desarrollar
esta historia. Andrés Duprat, guionista habitual de la dupla que compone su
hermano con Mariano Cohn, es además el director del Museo Nacional de Bellas
Artes, por lo que conoce el ambiente a la perfección, permitiéndole cargar el
argumento de ironía, clichés y la farsa que muchas veces rodea a los
"artistas de moda".
El dúo Francella – Brandoni funciona
a la perfección: el primero, como el pensante, adaptado a los caprichosos
cambios del mercado, y el segundo, como el anárquico, nostálgico e incontrolable
artista que se siente incomprendido. Juntos hacen fluir un argumento en el que
los diálogos mordaces, las secuencias que apelan al ridículo y los giros
dramáticos construyen un sólido retrato dividido en tres actos claros: una
comedia casi costumbrista que deriva en un drama cargado de melancolía para
finalizar en una estafa con aires reivindicatorios. La película entretiene y se
disfruta mucho.