Una película del 2019 del director Christoph Waltz basada en un hecho real y llevada a la pantalla en forma de thriller dramático. Actuada estupendamente por la maravillosa Vanesa Redgrave y Waltz interpretando un hábil y versátil psicópata y Annette Bening como su hija la única que no se deja engañar y teme por su madre.
Ulrich Mott un trepador social con ideas delirantes de grandeza cree poder engañar a su entorno vendiéndose como un elegido para grandes planes para la política exterior de los Estados Unidos. A fuerza de mentiras logra configurarse una vida artificial que no le pertenece ni se ha ganado, conquista a una famosa periodista, Elsa Brecht, elegida para situarse en lo mas alto de la sociedad estadounidense, con quien contrae matrimonio. Se sabe conducir como un gran comediante haciéndose pasar por un militar o un político de alto vuelo. Hasta el punto que él mismo va enloqueciendo por no saber quién es. Sabe muy bien a quien adular y hasta que punto hacerlo, este timing lo va perdiendo y él mismo se va delatando.
Ver estas narraciones bien actuadas de historias reales bien contadas es muy importante en este momento que el mundo pareciera dominado por psicópatas que cuestan mucho reconocer. En nuestra sociedad tuvimos un ejemplar modelo que fue Chirinos que tuvo engañados a tantos por mucho tiempo. En el poder se abrieron camino con Chávez y hasta el sol de hoy mantienen la farsa. La película muestra claramente esa personalidad histriónica que logra seducir a gran cantidad de personas, a quienes luego manejan a su antojo. La psicopatía pasó a ser la patología por excelencia de nuestro tiempo al haber caído las leyes que deben regir los actos voluntarios. Hoy se roba, se miente y se ocupan espacios que no se han ganado con gran desparpajo e impunidad. No opera lo que en psicoanálisis identificamos como “El Nombre del Padre”.
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