Una extraordinaria y conmovedora película francesa que es prácticamente un soliloquio. Un joven proveniente de Guinea que trata de abrirse camino en Paris como repartidor en bicicleta. Duerme en un refugio para personas sin hogar y está a la espera de una entrevista en su audiencia de asilo. La película está filmada en primeros planos en la que perseguimos a Souleymane por las calles, en el albergue e incluso en su ducha. Vamos oyendo sus pensamientos repitiendo una historia inventada que quiere aprenderse para contarla en su entrevista. Oye la voz de su mamá que le dice “siempre es preferible decir la verdad”. El director es Boris Lojkine y es del año 2024. Guion de Boris Lojkine y Delphine Agut.
En la escena final entramos con Souleymane (Abou Sangaré) a la sala de entrevista donde podemos junto con él convencer a su entrevistadora (Nina Meurisse) de que se trata de un caso legítimo para que el estado le ofrezca ayuda. Mientras tendrá que continuar con una vida muy dura que no le da respiro y si mucho maltrato. Alquila una cuenta de reparto en línea con un tipo sospechoso llamado Emmanuel (Emmanuel Yovanie) a quien tiene que ir a ver de vez en cuando para una verificación facial y entregarle la mitad de su ganancia. La película ni nuestro protagonista caen en algún momento patético. Es una vida muy dura que va sorteando con entereza y dignidad.
Souleymane es un luchador que ha tenido que dejar atrás a la mujer que ama y a su madre por quien sale de su país en búsqueda de un trabajo para poder ayudarla. En un momento de desesperación se pregunta ¿qué hago en Francia? Una pregunta que queda sin respuesta. No aborda dilemas morales ni tampoco cuestiona la condición de asilo, solo defiende su sentido humano y exige un trato digno.
Alguien tiene que hacer ese trabajo que la vida actual cada vez exige más. Aunque no tenga papeles, aunque la policía aceche, aunque servicio social no otorgue el permiso, aunque haga un frío terrible y esté mal abrigado, aunque llegue tarde al asilo y no lo dejen entrar, se trata de una complicidad a conveniencia que define la esclavitud moderna. En medio de este debate insiste en hablar con su madre que a repetición se la niegan, pero recibe de parte de ella respuestas incoherentes. Solo cuenta con su teléfono y sus auriculares inalámbricos por donde circula su interlocución con el mundo.
Abou Sangaré se hace merecedor del Premio César al Mejor Actor Revelación. Se trata de una excelente actuación. ·
Hay que buscarla.
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