jueves, 10 de septiembre de 2020

Vivir dos veces

 


En una combinación entre drama y comedia nos encontramos con una película bien equilibrada, divertida y dramática que logra mantener su ritmo de principio a fin. Divertida por la personalidad irónica e inteligente del abuelo Emilio, Oscar Martínez, y la agudeza infantil de la nieta Blanca, Mafalda Carbonell. Dramática porque trata de la enfermedad degenerativa del abuelo, quien es diagnosticado de alzhéimer y quiere aprovechar el corto tiempo de memoria que le queda para volver a ver un amor de su juventud temprana. A medida que avanza la película cada uno de los personajes de su entorno más cercano, su hija Julia (Inma Cuesta) y su yerno (Nacho López) junto con la nieta se van transformando ante una cruel realidad que los terminará por alcanzar.

Una película de la guionista María Mínguez y dirigida por María Ripoll fue merecedora de seis galardones entre ellos mejor guion en los Premios Audiovisual Valenciano y otra nominación en los Premios Forqué. Nació este largometraje en New York, Film Academy con una prestigiosa beca Fullbright otorgada a Mínguez. Fue más tarde adaptada en España.

La esencia de la película transcurre en un viaje que emprenden desde Valencia a Navarra en búsqueda de Margarita, una asignatura pendiente del abuelo. La petición de Emilio a su hija no es bienvenida por Julia quien siente que si cede al deseo del padre estaría traicionando la memoria de su madre. Julia va cambiando progresivamente y termina por emprender este viaje con su padre y su hija. Le pregunta al padre para qué quiere buscar a Margarita a lo que Emilio contesta “para saber si ha pensado en mí todo este tiempo como yo he pensado en ella”. Este viaje significa también un viaje interno en los afectos y manera de relacionarse.

Julia se separa de su marido a quien nos presentan como un “coach” ridículo en el acartonamiento de sus prejuicios que derrama sobre otros como verdades irrefutables en una necesidad de control y autoafirmación constante. Quizás es la parte más débil de la película porque este rompimiento se hace de una forma práctica y fría sin ninguna consecuencia para la hija ni para Julia que se encuentran completamente volcadas a Emilio. Así que Nacho constituye el personaje más gris y anodino en la narración. Simplemente desaparece.

La relación que conmueve y es tratada con agudeza y ternura es la que se va paulatinamente estableciendo entre abuelo y nieta. Se van descubriendo en realidad después de haber permanecido cada quien sumergido en sus propios mundos. Emilio un profesor de Matemática, descubridor de un Número Primo, vivió para sus trabajo capturado por la magia de los números. Su nieta, preadolescente del mundo actual sumergida en la tecnología del teléfono. Poco a poco comienza a ver al abuelo y se maravilla por su orden y exactitud de sus recuerdos como tiene organizados sus discos. El abuelo con resistencia termina cediendo por conocer el mundo de internet a través de Blanca. Quien lo instruye y le explica que en ese pequeño aparatico se encuentra todo un mundo y se puede conseguir a quien uno quiera. Es allí donde el abuelo le pide que busque a Margarita.

Miles de detalles más podríamos seguir narrando pero la invitación es a ver la película cuyo máximo atractivo estriba en las circunstancias de la vida que pueden proporcionar un cambio psicológico a las personas sin son tomados por el amor y el dolor que ocasiona el ocaso de las personas más significativas.

Disponible en Netflix.

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