La música en esta película tiene el protagonismo. En esta opera prima de Darius Marder, el sonido o bien su ausencia tiene la importancia primordial, deja relegada la imagen a un segundo plano. Nos narra la película el drama de un baterista, Rubén (Riz Ahmed) que pierde la audición y es obligado por su novia, Lou (Olivia Cooke) a probar suerte en una casa para sordos. Esta casa es dirigida por un budista, Joe (Paul Racil) que pretende enseñar a sus discípulos a vivir aceptando su discapacidad. Su única condición es no tratar de utilizar métodos agresivos para aliviar la condición de sordos. Una coproducción belga y norteamericana. Es de 2019.
Rubén no logra superar la frustración de no poder seguir siendo la batería de “noise metal” y seguir recorriendo las carreteras con su novia para presentar sus múltiples conciertos. Con altibajos emocionales dramáticos la cinta oscila entre el terror y la ternura, de la expectativa a la tristeza. Es que en realidad con la pérdida de la audición su mundo se desmorona. Lou se va a Paris y su carrera se ve repentinamente truncada. En esta casa de sordos el va poco a poco encontrando su lugar. Queda cautivo de un grupo de chicos sordos a quienes enseña a sentir la música a través de la vibración que producen los sonidos en una superficie.
Cuando creemos que logró resignarse apela por un costoso tratamiento que podría devolverle en parte la capacidad de escuchar. Es un tratado sobre la identidad conducido de forma potente e inteligente. Un drama profundamente humano en el que podemos sentir en todo su dramatismo la pérdida del lugar construido en una vida. Esto unido a la magnífica interpretación de Ahmed. La película juega, en toda su extensión, con los efectos del sonido y el silencio.
Ahmed esta al mismo tiempo lidiando con su adicción a la heroína, la cual tiene cuatro años combatiendo y en abstinencia. La relación con Lou ha sido fundamental para su estabilidad y perderla es una catástrofe igual o peor que la rápida perdida de audición. Así que opta por tratar de recuperar su audición con el implante de una prótesis y, de esa forma, recuperar a Lou. Esa alternativa lo aparta del grupo de niños y de la casa budista. Intenta, entonces, regresar con Lou para darse cuenta que ya el sonido de su mundo es distinto.
La película no trata de mostrarnos a un héroe ni a una víctima. No pretende dar lecciones de como se enfrenta una discapacidad. Es un drama profundamente humano y conmovedor. La película es excelente.
Le acaban de otorgar el premio Bafta (los más importante del Cine Británico) por el mejor sonido. Formando parte del equipo se encuentra la Ingeniero de sonido María Carolina Santana, venezolana.
Disponible en Premium videos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario