María Zambrano fue una filósofa y ensayista española con un pensamiento absolutamente original. Introduce de una manera decidida una dimensión del ser humano que no había sido considerado por los filósofos clásicos. Comienza su indagación con la pregunta por lo divino, por esa dimensión enigmática, misteriosa, sagrada que no se alcanza con la observación pero que el lenguaje y las angustias vitales dejan entrever. Llama a su preocupación y por lo tanto a su indagación “razón poética”, con lo cual se distancia de su maestro Ortega y Gasset que se interroga por la “razón vital”. Ambos pertenecen a los críticos de la razón abstracta del racionalismo clásico. Zambrano se vuelca de una forma más arriesgada al conocimiento de uno mismo para poder comprender los fenómenos sociales y para ello resalta las verdades que solo la poesía nos revela. Podríamos afirmar que el arte en general. Esa dimensión que nos hace quedar extasiados ante una expresión artística o ante una poesía, que nos relatan los poetas, se les impone.
Solo la libertad se logra con el despertar de la conciencia individual siempre y cuando tengamos el espacio y el silencio que requiere dejarse tocar por los duendes de García Lorca. Ese arrebato momentáneo que nos provoca las ceremonias y la creatividad humana. El profundo sobrecogimiento de los actos que nos toman por sorpresa y que nos ponen a pensar sobre qué es el hombre y como puede perseguir derroteros y hacerse de una vida totalmente original. Humanizar la vida que se manifiesta en las distintas personas que somos a lo largo de cada corta historia individual para poder humanizar la sociedad. Pensaba María que la sociedad, al estar constituida por seres individuales, debe ser atendida desde estas pequeñas entidades. Los dioses los llama y allí comienza la filosofía. De la interrogación surge la búsqueda de respuestas; cuando nos preguntamos por las cosas y los fenómenos surgen las respuestas filosóficas, cuando nos interrogamos por los misterios del alma surge la poesía. Pues bien no pueden marchar separadas.
En nuestra formación occidental hay una gran ceguera para mirarse a sí mismo, el hombre tomado por una racionalidad sin dimensión profunda tiene grandes dificultades para dejarse ver por las cosas del mundo que lo ven, por ese duende que mantiene acorralado y que no permite que se manifieste saltarín y que lo deslumbren sus piruetas. Cada vez presenciamos un tanto adoloridos y acorralados como se va perdiendo la capacidad de innovar, de ideas nuevas en nuestro mundo que se deshace. Zambrano vio como las democracias se ponen en peligro y manifiesta “Si se hubiera de definir la democracia podría hacerse diciendo que es la sociedad en la cual no sólo es permitido, sino exigido, el ser persona” y ser persona para ella era ser integral en todas las dimensiones humanas.
María es víctima del nazismo en la ocupación a Paris. Allí quedan su hermana y su mamá a quienes no pudo rescatar. Cuando por fin logra entrar a Paris ya la mamá había muerto y la hermana estaba loca. Se hace cargo de ella hasta su muerte a pesar de que no pocos problemas le causó, pero no la abandonó. El delirio no le era ajeno, lo que le lleva a afirmar que todo comienzo es un delirio, por lo cual el hombre se siente mirado sin ver, la realidad está llena de dioses, es sagrada y puede poseer al hombre, siempre hay algo que puede apoderarse de un ser humano. El temor y la esperanza son los dos estados propios del delirio como consecuencia de la persecución. No tuvo una vida fácil, vivió prácticamente errante y el exilio marcó su vida y su pensamiento. Nunca dejó de escribir ni de pensar y España siguió siendo objeto de su cavilar, pero al mismo tiempo observaba admirada los fenómenos sociales en los países que vivió, a su gente, sus costumbres, sus culturas. No dejó de entusiasmarse por la dimensión poética de toda civilización.
El pensamiento de esta admirable mujer mucho daría que pensar si se introdujera en las academias, pero no, no es un pensamiento fácil de digerir por los cánones rígidos del profesorado con toga y birrete. Abre una dimensión que enriquece mucho la vida y su comprensión, aquello que nunca un sistema autoritario podrá confiscar, la capacidad de soñar y de tener palabras que no están a la venta ni pretenden apropiarse de nada. Es por ello que el arte siempre es subversivo y no cesa de manifestarse. Todo pensamiento, doctrina o ideología que ignore esta profundidad humana es castradora de una dimensión fundamental. “(…) imagen fiel del vivir mismo, del propio pensamiento, de la discontinua atención, de lo inconcluso de todo sentir y apercibirse, y aún más de toda acción”. Ahora que ha surgido la interrogante por el suicidio, las claves están en ese enigma humano, ¿qué invita a seguir la vida o simplemente acabar con ella? Busquen en los poetas malditos porque la razón no nos da respuestas.
María Zambrano nace en Vélez Málaga el 22 de Abril de 1904 y muere en Madrid el 6 de febrero de 1991. Es reconocida con los dos máximos galardones literarios que se conceden en España, el Premio Príncipe de Asturias (1981) y el Premio Cervantes (1988).
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